Se acercaba la Navidad y los chicos del Morro , empezaban a organizar, todos juntos como una piña.
Las panderetas de plástico verdes y naranjas fosforecentes del año anterior dejaron de sonar, entre " mira como beben los peces en el río " y " ande , ande la marimorena " las chapas empezaban a saltar ( seguro las fabricaron en China ) bueno la fiesta tenia de continuar.
Entonces comenzaba la recolección de chapas de cerbeza , refrescos. etc. Unos trozos de madera largos y un martillo o una piedra con que aplastar las chapas, unas tachas salteadas en la madera y un puñado de chapas en cada una , aseguraban la fiesta.
Antes había que hacer la limpieza de Morro, se arreglaban las veredas, donde no quedaba ni una piedra con que tropezar, algo muy importante para el paso de los camellos de los Reyes Magos con los regalos.
Luego se sacaba el árbol de Navidad de todos los años se sacudía un poco y comenzaba la pelea por colocar las bolas y las cintas y el maravilloso pico que era el acabado del árbol , de cristal muy fino de bonitos colores, que cada año se rompía.
Entonces había que ayudar a preparar las truchas, de batata, dulce de calabaza y garbanzos. Las de mi tía Adela eran las mejores, tenían mejor mano para preparar el relleno. ( Así están mis primas ahora rellenitas , que da gusto verlas ).
Ayudabamos a estirar la masa con una botella y a sellar las truchas con un tenedor. Esa masa si que sabia bien ( Ahora con la empanadillas congeladas , no saben igual y engordan mucho ).
Y llegaba la noche de Navidad y el olor a cabrito en adobo frito, los polvorones de canela, el turrón de gofio y el traguito de anís del mono, o de licor de plátano que mi padre nos daba para brindar , nunca los he olvidado.
Luego la noche de Reyes, que nadie podía dormir , imaginando los regalos, desde las 6 de la mañana mi padre nos despertaba .
De madrugada salíamos caminando a casa de mi abuela Pepa, viendo como salia el sol , tan espectacular. Deseando llegar para recoger los maravillosos regalos que ella nos compraba y los que pedía a Caritas para todos sus nietos, que eramos muchos.
Ahora ,del día de Reyes, solo añoro el olor a café , que mi abuela colaba y el maravilloso amanecer que la naturaleza nos regalaba.